¿Ya sabes qué es la rabdomiólisis de esfuerzo?

La rabdomiólisis de esfuerzo está relacionada con esfuerzos extremos a los que sometemos a nuestro cuerpo que conllevan roturas musculares importantes. Cada vez que entrenamos se producen microroturas en las fibras de nuestros músculos que, al repararse a través del descanso y de una alimentación adecuada, producen el crecimiento muscular. Pero cuando se realiza un esfuerzo extremo (como por ejemplo lo realizan los corredores de maratón) es posible que se produzcan roturas musculares mucho más graves, y no siempre somos conscientes de ello.

Cuando un músculo sufre estas roturas musculares de gran envergadura, éste libera a la sangre algunos de los compuestos que se encuentran en su interior, como potasio, magnesio y fosfato. También se libera en la sangre un compuesto muy rico en hierro denominado mioglobina, que debe ser filtrado por los riñones.

En el caso de una gran liberación de mioglobina en la sangre y de que los riñones no puedan hacer frente a su tarea, es posible que se desencadene a partir de ahí un fallo renal que puede llevar al fallo multiorgánico que, en caso de no tratarse, puede tener resultados nefastos.

El hecho de realizar un esfuerzo extremo en el entrenamiento puede ser el desencadenante de una rabdomiólisis: por eso es tan importante que nos pongamos siempre en manos de profesionales cuando realizamos actividad física. Tenemos que tener en cuenta, además, que un “esfuerzo extremo” no es el mismo para todos: puede que correr una maratón, a pesar de ser una actividad con un gran volumen de esfuerzo, no sea percibido así por una persona bien entrenada. Mientras que para un individuo sedentario, una sesión de una hora de ejercicio a niveles demasiado altos puede dar lugar a roturas musculares importantes.


Los síntomas de la rabdomiólisis son muy similares a los de las agujetas, aunque hay algunos distintivos de esta patología. Es muy frecuente sufrir rigidez y dolor muscular, calambres, hinchazón, dolor en las articulaciones o fatiga, como podemos acusar después de una sesión de ejercicio al uso. Sin embargo, la rabdomiólisis además puede producir vómitos o náuseas, convulsiones y fiebre, y uno de los signos que mejor nos pueden ayudar a reconocerla es el color muy oscuro de nuestra orina.

Lo más importante es que acudamos a un centro médico donde, tras unos análisis, podrán confirmar si se trata o no de un caso de rabdomiólisis de esfuerzo. En caso afirmativo se trata al paciente eliminando lo más rápido posible la mioglobina de su torrente sanguíneo, aportando gran cantidad de líquidos con electrolitos de forma intravenosa y tomando medicamentos diuréticos que ayuden a la evacuación. Si es necesario se puede administrar también soporte vital para ayudar a los riñones a realizar su función. Lo más importante en estos casos es la detección y el tratamiento temprano.


La rabdomiólisis de esfuerzo es una patología muy grave que podemos prevenir de manera sencilla. El entrenamiento progresivo y con indicaciones dirigidas por profesionales son las mejores estrategias para prevenir la rabdomiólisis, evitando exponernos a entrenamientos extremos o para los que no estamos preparados.

Otra de las claves para mantenernos a salvo es cuidar nuestra hidratación antes, durante y después del entrenamiento. Una de las causas de la rabdomiólisis es exponer al cuerpo a temperaturas extremas, como las que puede alcanzar el cuerpo humano al entrenar con mucho calor (en los meses de verano en las horas centrales del día, por ejemplo). Entrenando la hidratación ayudaremos a nuestro organismo a termoregularse, evitando llegar a temperaturas elevadas y manteniéndose fresco a través de la sudoración.


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